El 11 de julio fue la Fiesta de San Benito. Fundador de
la orden de los Benedictinos: Te pedimos
querido Santo, modelo de rectitud y oración, que acompañes a nuestro Papa
Francisco en su camino diario. Intercedé ante Dios por él y por sus
intenciones!
Recordamos las palabras de Benedicto XVI en la visita
pastoral a Cassino y Montecassino (monasterio original) en la celebración de
las segundas vísperas con los abades, abadesas y comunidades benedictinas:
“ … San Benito no
recibió este don divino para satisfacer su curiosidad intelectual, sino más
bien para que el carisma que Dios le había dado tuviera la capacidad de
reproducir en el monasterio la misma vida del cielo y restablecer en él la
armonía de la creación a través de la contemplación y el trabajo. Por eso, con
razón, la Iglesia lo venera como "eminente maestro de vida monástica"
y "doctor de sabiduría espiritual en el amor a la oración y al
trabajo"; "guía resplandeciente de pueblos a la luz del
Evangelio" que, "elevado al cielo por una senda luminosa",
enseña a los hombres de todos los tiempos a buscar a Dios y las riquezas
eternas por él preparadas (cf. Prefacio del santo en el suplemento monástico al
Misal Romano, 1980). Sí, san Benito
fue ejemplo luminoso de santidad e indicó a los monjes como único gran ideal a
Cristo; fue maestro de civilización que, proponiendo una equilibrada y adecuada
visión de las exigencias divinas y de las finalidades últimas del hombre, tuvo
siempre muy presentes también las necesidades y las razones del corazón, para
enseñar y suscitar una fraternidad auténtica y constante, a fin de que en el
conjunto de las relaciones sociales no se perdiera una unidad de espíritu capaz
de construir y alimentar siempre la paz.No es casualidad que la palabra Pax
acoja a los peregrinos y los visitantes a las puertas de esta abadía,
reconstruida después del enorme desastre de la segunda guerra mundial: se eleva
como una silenciosa advertencia a rechazar cualquier forma de violencia para
construir la paz: en las familias, en las comunidades, entre los pueblos y en
toda la humanidad. San Benito invita a toda persona que sube a este monte a
buscar la paz y a seguirla: "Inquire pacem et sequere eam (Sal 33, 14-15)"
(Regla, Prólogo, 17). Siguiendo la escuela de san Benito, con el paso de los
siglos, los monasterios se han convertido en centros fervientes de diálogo, de
encuentro y de benéfica fusión entre personas diversas, unificadas por la
cultura evangélica de la paz. Los monjes han sabido enseñar con la palabra y
con el ejemplo el arte de la paz, sirviéndose de los tres "vínculos"
que san Benito consideraba necesarios para conservar la unidad del Espíritu
entre los hombres: la cruz, que es la ley misma de Cristo; el libro, es decir,
la cultura; y el arado, que indica el trabajo, el señorío sobre la materia y
sobre el tiempo…”
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